Elena ya estaba en la cama durmiendo. La pobrecita estaba muy afectada. Es dificil cuando se acaba el primer amor. Claudia sabía que era muy probable que Elena tuviera razón, en realidad esta historia se entrelazaba con la suya, por eso Roberto había enviado a Elena a su casa. Pero por ahora ninguno tenía pruebas. ¿Cómo reaccionaría Mario si alguna vez las encontraban? ¿Habría reconciliación?
Claudia se acostó. Todavía recordaba aquella mirada de odio. Para ella no había llegado el perdón nunca. Al principio no podía dormir pero poco a poco empezó a caer en una especie de sopor y terminó quedándose dormida. Empezó a soñar, volvió a aquel maldito bar, veía a su primo, veía al chico de la sonrisa maligna y allí estaba también Daniel. Se reían de ella. Empezaron a echarse a suertes algo. Daniel ganó y cogió un enorme cuchillo y avanzó hacia ella. Claudia empezó a correr, al principio le era fácil pero llegado al cruce de carreteras de repente sintió que sus piernas se volvían más pesadas y Daniel se acercaba a ella cada vez más con el cuchillo en alto. Empezó a chillar. Algo la sacó de su pesadilla. Al volver en sí vió a Elena junto a su cama zarandeándola. Ya era de día, se veia entrar el sol por las rendijas de las persianas. Claudia suspiró y sonrio a Elena.
-Muchas gracias por venir a rescatarme. Creo que tengo que contarte el resto de la historía hoy para no seguir con las pesadillas. Hacía mucho que no tenía una de estas.
-Chillabas mucho- dijo Elena un poco asustada- Después de desayunar llamaré a casa para que no me esperen a comer. Creo que tenemos muchas cosas que contarnos.
-Sí, tienes razón- dijo Claudia mientras se levantaba- Tenemos muchas cosas de las que hablar.
Después del desayuno se volvieron a sentar en el sofá.
-¿Por donde iba?-preguntó Claudia
- Ibas a tratar de localizar a Daniel por tu cuenta y para eso ibas a llamar a Celia.
-Pues vamos allá. Dejé a mi tía en casa y me fui a la playa que estaba bastante cerca de la casa. Mi tía vivía en lo que se puede considerar las afueras del pueblo pero muy cerca de una de las playas de la zona. Sabía que allí había cabinas y que a esas horas no habría nadie por la zona. Llamé a Celia. Me dio la dirección exacta de la desaparición de Daniel. Era junto a un cruce de carreteras. Había llevado también un mapa de la zona que tenía mi tía, por entonces yo no usaba internet tanto. Ahora todos sabemos donde bucariamos esa información.-dijo Claudia sonriendo- El caso es que el lugar no me decía nada. Tenía que convencer a mi primo de que me llevara allí.
Mientras miraba el mapa estaba sentada en la arena. Noté que alguien se acercaba y miré para arriba. El sol estaba muy alto y no era capaz de ver su cara bien. Le reconocí cuando empezó a hablar.
-¿Estás interesada en organizar alguna ecursión por la zona?-dijo Jaime. Era el chico que me había caido bien el fin de semana pasado.
-Sí, estoy viendo que hay por esta zona. Llevo bastante tiempo viniendo a ver a mi tía pero no suelo moverme del pueblo- le contesté.
Jaime se sentó a mi lado en la arena.
-Tal vez pueda recomendarte algún sitio interesante.
Estuvimos un rato hablando. Lo cierto es que si lo pienso, me hizo muchisimas preguntas sobre mí y mi primo: Dónde vivía yo, si tenía hermanos, cuánto tiempo hacía que salía con mi primo, si le conocía bien, si teníamos relación durante el invierno. Por entonces sólo pensé que era un chico agradable que sabía como mantener una conversación entretenida. Por entonces no sabía que aquel chico iba a dar la vuelta a mi vida y convertirla en un auténtico sufrimiento. Y tampoco puedo culparle, sólo hizo lo que tenía que hacer.
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