sábado, 24 de enero de 2009

Recuerdos C7

Capitulo 7
Elena ya estaba en la cama durmiendo. La pobrecita estaba muy afectada. Es dificil cuando se acaba el primer amor. Claudia sabía que era muy probable que Elena tuviera razón, en realidad esta historia se entrelazaba con la suya, por eso Roberto había enviado a Elena a su casa. Pero por ahora ninguno tenía pruebas. ¿Cómo reaccionaría Mario si alguna vez las encontraban? ¿Habría reconciliación?
Claudia se acostó. Todavía recordaba aquella mirada de odio. Para ella no había llegado el perdón nunca. Al principio no podía dormir pero poco a poco empezó a caer en una especie de sopor y terminó quedándose dormida. Empezó a soñar, volvió a aquel maldito bar, veía a su primo, veía al chico de la sonrisa maligna y allí estaba también Daniel. Se reían de ella. Empezaron a echarse a suertes algo. Daniel ganó y cogió un enorme cuchillo y avanzó hacia ella. Claudia empezó a correr, al principio le era fácil pero llegado al cruce de carreteras de repente sintió que sus piernas se volvían más pesadas y Daniel se acercaba a ella cada vez más con el cuchillo en alto. Empezó a chillar. Algo la sacó de su pesadilla. Al volver en sí vió a Elena junto a su cama zarandeándola. Ya era de día, se veia entrar el sol por las rendijas de las persianas. Claudia suspiró y sonrio a Elena.
-Muchas gracias por venir a rescatarme. Creo que tengo que contarte el resto de la historía hoy para no seguir con las pesadillas. Hacía mucho que no tenía una de estas.
-Chillabas mucho- dijo Elena un poco asustada- Después de desayunar llamaré a casa para que no me esperen a comer. Creo que tenemos muchas cosas que contarnos.
-Sí, tienes razón- dijo Claudia mientras se levantaba- Tenemos muchas cosas de las que hablar.
Después del desayuno se volvieron a sentar en el sofá.
-¿Por donde iba?-preguntó Claudia
- Ibas a tratar de localizar a Daniel por tu cuenta y para eso ibas a llamar a Celia.
-Pues vamos allá. Dejé a mi tía en casa y me fui a la playa que estaba bastante cerca de la casa. Mi tía vivía en lo que se puede considerar las afueras del pueblo pero muy cerca de una de las playas de la zona. Sabía que allí había cabinas y que a esas horas no habría nadie por la zona. Llamé a Celia. Me dio la dirección exacta de la desaparición de Daniel. Era junto a un cruce de carreteras. Había llevado también un mapa de la zona que tenía mi tía, por entonces yo no usaba internet tanto. Ahora todos sabemos donde bucariamos esa información.-dijo Claudia sonriendo- El caso es que el lugar no me decía nada. Tenía que convencer a mi primo de que me llevara allí.
Mientras miraba el mapa estaba sentada en la arena. Noté que alguien se acercaba y miré para arriba. El sol estaba muy alto y no era capaz de ver su cara bien. Le reconocí cuando empezó a hablar.
-¿Estás interesada en organizar alguna ecursión por la zona?-dijo Jaime. Era el chico que me había caido bien el fin de semana pasado.
-Sí, estoy viendo que hay por esta zona. Llevo bastante tiempo viniendo a ver a mi tía pero no suelo moverme del pueblo- le contesté.
Jaime se sentó a mi lado en la arena.
-Tal vez pueda recomendarte algún sitio interesante.
Estuvimos un rato hablando. Lo cierto es que si lo pienso, me hizo muchisimas preguntas sobre mí y mi primo: Dónde vivía yo, si tenía hermanos, cuánto tiempo hacía que salía con mi primo, si le conocía bien, si teníamos relación durante el invierno. Por entonces sólo pensé que era un chico agradable que sabía como mantener una conversación entretenida. Por entonces no sabía que aquel chico iba a dar la vuelta a mi vida y convertirla en un auténtico sufrimiento. Y tampoco puedo culparle, sólo hizo lo que tenía que hacer.


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domingo, 18 de enero de 2009

Recuerdos C6

Capitulo 6

Así que después de leer la carta de Celia salto una chispa en mí y toda la indiferencia, cansancio, dejadez y demás sentimientos desaparecieron y fueron reemplazados por la determinación de encontrar a Daniel. Bajé a desayunar. Después tenía pensado llamar a Celia para ver si podía decirme con más precisión dónde habían encontrado el coche. También llamaría a mis padres a mediodía para ver qué sabían ellos. Seguro que no me lo habían dicho para no preocuparme. Cuando entró mi tía y me encontró tan animada no daba crédito a sus ojos.
- Ya veo que has dormido bien esta noche. Se te ve distinta- comentó mi tía.
-Sí, tía hoy me encuentro mejor. Si te parece bien me iré a dar una vuelta por la playa.
-Sí, seguro que te viene bien. Luego podrías hacerme unas compras si te parece bien. Hoy quedó Luis en pasar sobre las once y quiero estar aquí cuando venga a dejar la correspondencia. Seguro que puede quedarse un rato a charlar.
-Sí, claro tía no te preocupes.
Luis era el cartero del pueblo y mi tía y él eran muy amigos. Yo sospechaba que se querían pero ninguno quería dar el paso. Él era viudo y había vivido parte de su vida en el extranjero y a los 55 años había vuelto. Sus hijos vivían en Alemania y de vez en cuando venían a verlo. Siempre pensé que antes de que el tuviera que irse mi tía y él habían sido novios y que después de eso mi tía no había encontrado nadie que igualara ese amor de juventud tan idílico. Pero claro, y siempre he sido una romántica empedernida.
Claudia consultó su reloj, eran ya las doce. Se notaba que Elena empezaba a tener sueño, su cabeza apoyaba en el respaldo del sofá. Menos mal que tenía ya preparada la habitación para ella arriba porque quedaba poco para que se quedaran dormidas.
-Suena bien- dijo Elena con un bostezo- Un amor de juventud que vuelve después. ¿Están juntos ahora?
-Me gustaría decirte que sí pero no es así. Son buenos amigos pero mi tía encontró el amor en otro sitio distinto. Tal vez mis apreciaciones sobre ellos fuesen las de una niña romántica y no tuviesen que ver con la realidad o tal vez el amor se enfría cuando ninguno de los dos da el paso. El caso es que el año siguiente llegó un nuevo médico al pueblo y fue un flechazo y en menos de un año mi tía soltera favorita se convirtió en mi tía casada favorita. Sé que me he distanciado bastante de la historia principal, pero con esto solo quiero que entiendas que los sentimientos no suelen ser eternos y que lo que sientes por una persona puede variar mucho dependiendo de cómo se den las situaciones. Y además los sentimientos suelen ser reversibles muchas veces, hoy eres el mejor amigo de alguien y mañana desaparece de tu vida, y tal vez con el tiempo volvéis a estar en la misma onda. E igual que te pasa a ti le pasa al resto y a veces nos pilla de sorpresa cómo ha cambiado una persona respecto a lo que tú pensabas, cómo ha interpretado los hechos de algo de manera diferente… Es difícil retener a las personas, lo más sensato es dejarlas ir porque a veces es imposible explicar aquel error, aquella época que has pasado, aquello que has dicho sin querer o aquello que no has dicho.
Elena empezó a llorar.
-Tranquila mujer. Cuando te he dicho dejarlas ir me refiero a darles espacio. Muchas veces con el tiempo todo vuelve a su sitio.
-¿Te lo ha contado Roberto?- preguntó Elena hipando.
-Me ha dicho que sospechaba que tú y Mario no estabais en vuestro mejor momento.
-Sí, es cierto. Es por una chica. Mario la conoce desde que eran pequeños, estuvo un tiempo en el extranjero y ahora han vuelto. Es pariente del profesor nuevo, creo que son primos.
-¿Estás celosa? ¿Tienes motivos?- preguntó Claudia
-No, no empezó siendo eso. Lo cierto es que creo que es una cracker y Mario no me cree. Siempre me apoya en mis investigaciones pero esta vez es diferente. Discutimos, me dijo que me lo estaba inventando todo porque él pasaba mucho tiempo con Roció. Pero yo te aseguro que los últimos robos en internet son responsabilidad suya.

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