Museo de El Prado
Plaza Madrid Iglesia de San Ginés
Capitulo 4
Madrid, tres meses antes.
-Me alegro de que hayas podido por fin venir a tomar unas cañas- le dijo Carlos a Roberto- El trabajo de policía no puede ser tan duro como para que no puedas quedar nunca.
-Ya, y lo dice el que se ha tirado meses y meses opositando para conservador de museo- responde Roberto- ¿qué tal los primeros días en el trabajo?
-Bien, en realidad se parece bastante a lo que he hecho los últimos años pero con más seguridad y mejor pagado: no más prácticas ni colaboraciones con museos siendo autónomo. Además he tenido mucha suerte porque estoy trabajando en el Prado y hay muchísimas obras que catalogar y restaurar antes de poder ser expuestas.
-Te veo entusiasmado, me alegro de que te hayan salido bien las cosas y haya valido la pena el esfuerzo. De todas maneras cuando me llamaste te noté preocupado. ¿Pasa algo?
-Lo cierto es que no estoy seguro. Cuando te llamé era por la noche y ya sabes que por la noche todo parece más misterioso y suele preocupar más. Ahora a la luz del día ya no sabría decir si me lo imaginé todo.
-De todas formas cuéntamelo que te quedarás más tranquilo- le aconsejó Roberto.
-Ya sabes que estudié Restauración en la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid. Lo mejor de la Escuela era, que cada especialidad tenía prácticas de aquello a lo que se iba a dedicar. A los de la especialidad de pintura nos llevaban todos los años a iglesias para realizar restauraciones de cuadros que nos servían como prácticas. Una de las prácticas fue en Madrid en la iglesia de San Gines, estuvimos restaurando el cuadro de Santa Catalina y además tuvimos oportunidad de ver un cuadro muy valiosos que no estaba expuesto al público todavía: “La purificación del Templo” del Greco. Me quedé bastante impresionado con el cuadro y el cura nos dejó hacer una foto sin flash que luego repartimos entre todos los compañeros.
-Bien, ¿Y que tiene que ver eso que pasó hace tanto tiempo?- Preguntó Roberto
Un viaje artístico por Bélgica by
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-Me alegro de que hayas podido por fin venir a tomar unas cañas- le dijo Carlos a Roberto- El trabajo de policía no puede ser tan duro como para que no puedas quedar nunca.
-Ya, y lo dice el que se ha tirado meses y meses opositando para conservador de museo- responde Roberto- ¿qué tal los primeros días en el trabajo?
-Bien, en realidad se parece bastante a lo que he hecho los últimos años pero con más seguridad y mejor pagado: no más prácticas ni colaboraciones con museos siendo autónomo. Además he tenido mucha suerte porque estoy trabajando en el Prado y hay muchísimas obras que catalogar y restaurar antes de poder ser expuestas.
-Te veo entusiasmado, me alegro de que te hayan salido bien las cosas y haya valido la pena el esfuerzo. De todas maneras cuando me llamaste te noté preocupado. ¿Pasa algo?
-Lo cierto es que no estoy seguro. Cuando te llamé era por la noche y ya sabes que por la noche todo parece más misterioso y suele preocupar más. Ahora a la luz del día ya no sabría decir si me lo imaginé todo.
-De todas formas cuéntamelo que te quedarás más tranquilo- le aconsejó Roberto.
-Ya sabes que estudié Restauración en la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid. Lo mejor de la Escuela era, que cada especialidad tenía prácticas de aquello a lo que se iba a dedicar. A los de la especialidad de pintura nos llevaban todos los años a iglesias para realizar restauraciones de cuadros que nos servían como prácticas. Una de las prácticas fue en Madrid en la iglesia de San Gines, estuvimos restaurando el cuadro de Santa Catalina y además tuvimos oportunidad de ver un cuadro muy valiosos que no estaba expuesto al público todavía: “La purificación del Templo” del Greco. Me quedé bastante impresionado con el cuadro y el cura nos dejó hacer una foto sin flash que luego repartimos entre todos los compañeros.
-Bien, ¿Y que tiene que ver eso que pasó hace tanto tiempo?- Preguntó Roberto
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